Me cansa tanto esta vida acelerada.
Este vacío que tengo, estas ganas de correr, de volver a nacer, de dejarme llevar, de reír hasta llorar, de disfrutar cada instante, de dejar de sentir todo esto.
Estas ganas que reprimo, esta necesidad de sentirme libre, de dejar de ser adulta, de olvidarme de lo moral, de lo que es correcto, de lo que me conviene.
Extraño mi niñez, mi inocencia, mi inconsciencia. Extraño mirar el mundo con ojos nuevos, el tiempo se lleva cada día un poco más de mi y a veces ni yo me reconozco.
¿Quién dijo que crecer era necesario?
¿Quién dijo que ser feliz es ser sabio?
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